Nuovo Cinema Paradiso
- Alexander Jasso
- 30 ene 2019
- 2 Min. de lectura
Cuando somos niños siempre imaginamos que vamos a ser cuando lleguemos a la edad adulta, pensamos en muchas cosas; en ocasiones contaremos con el apoyo de nuestros padres. En otras no tanto y creceremos cumpliendo nuestros sueños y otras quedaran en el olvido.
Cuando somos niños y nos apasiona algo o tenemos interés en algo y contamos con el apoyo de alguien para enseñarnos todo en relación a esa profesión, pero la vida siempre nos pondrá obstáculos para cumplirlos; dependerá de nosotros de como las vamos a enfrentar y con el apoyo de quien tendremos.
De quien nos apoye nos dará el valor de seguir nuestros sueños, como le paso a nuestro pequeño protagonista, que se enamoro del cine; vio en Alfredo no solo a un amigo. Si no en un consejero y un padre que le enseño el mundo del cine.
En Roma, en los años 80, el famoso director italiano Salvatore Di Vita vuelve a casa tarde una noche, donde su novia le dice soñolienta que su madre llamó para decir que alguien llamado Alfredo ha muerto. Salvatore obviamente tiene miedo de comprometerse en una relación y no ha estado en su pueblo natal de Giancaldo, Sicilia en 30 años. Mientras su novia le pregunta quién es Alfredo, Salvatore vuelve a su infancia.
Algunos años después de la Segunda Guerra Mundial. Salvatore, de seis años, es el hijo travieso e inteligente de una viuda de guerra. Apodado Toto, descubre su amor por las películas y pasa cada momento libre en el cine local Cinema Paradiso. Aunque empiezan inicialmente en términos tensos, desarrolla una amistad con el proyeccionista, Alfredo, quien se convierte en su figura paterna y a menudo le permite ver películas desde la cabina de proyección. Durante los espectáculos, el público abuchea cuando faltan partes de las películas, aquellas escenas románticas donde los personajes se besan. El sacerdote local había ordenado que estas secciones fueran censuradas, y las escenas cortadas se apilan en el piso de la sala de proyección. Al principio, Alfredo considera a Toto como una plaga, pero eventualmente enseña a Salvatore a operar el proyector.
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