Дневной дозор
- Alexander Jasso
- 13 dic 2018
- 2 Min. de lectura
Los actos que hagamos se quedan en el pasado, no hay vuelta de hoja. Debemos pensar bien, que vamos hacer o decir porque nuestros actos traen consecuencia.
No podemos cambiar el pasado, mucho menos viajar hacia el pasado para cambiar nuestro destino, nuestros actos. Debemos afrontarlos con responsabilidad y saber que lo que tenemos en el presente, es consecuencia del pasado.
¿Si pudieran cambiar tu pasado, qué cambiarias?
El prólogo de la película lleva hasta la antigua ciudad de Samarcanda, en la época medieval, donde Tamerlán planea hacerse con la "Tiza del destino". Cuenta una leyenda que aquel que tenga la tiza podrá reescribir la historia y por ende corregir los errores cometidos en el pasado. Para asegurarse de tener éxito planea a conciencia la toma de una fortaleza cuadrangular en forma de laberinto y con cuatro entradas (de las cuales, sólo una es de verdad). Tras descubrir una entrada, llama a sus soldados, los cuales consiguen irrumpir en la fortaleza y Tamerlán conseguir así lo que tanto buscaba.
La siguiente escena salta mostrando cómo el edificio de Daria Schultz es derruido. Anton Gorodetskiy se encuentra ante un conflicto interno con los Otros de la Luz y de la Oscuridad mientras trata de seguir con su vida, sigue trabajando como Guardián nocturno, en esta ocasión asesorando a Svetlana Nazarova, quien tras revelarse que es una Otro se ha pasado al bando de la Luz.
Uno de esos días, ambos reciben la llamada de uno de los compañeros que alerta de que una anciana está siendo atacada. En la persecución, Sveta desoye a su superior y empieza a perseguir al agresor, el cual va ataviado con un pasamontañas. El joven, en un descuido de Svetlana, le clava una aguja con la que atacó a la anciana, cuando se da la vuelta le quita el complemento desvelándose su cara. Para sorpresa de Anton, resulta ser Yegor convertido en Oscuro. Debido a que el acto de Yegor puede suponer su ejecución por parte de la inquisición, la Guardia Diurna obliga a Anton a destruir las pruebas en las que el chico ataca a la gente de a pie, violando así la tregua.






















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