Árbol de sakura
- Alexander Jasso
- 26 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Todos nos hemos enamorado alguna vez, recuerdan que en tiempos antiguos los matrimonios estaban planeados por los padres, casaban con a sus hijas con "el mejor prospecto de la época" en la edad media los reyes; eran casados con sus primas.
Si que era dificíl decidir con quien casarte, lo más dificíl ¿Qué haces cuando llega el amor de tu vida? Una situación que muchas veces pensamos que no queriamos pasar.
Les dejamos la bella historia del árbol de sakura, que te dará una hermosa lección de amor, siempre hay que esperar por esa persona especial y no andar corriendo a buscar el amor en la persona equivocada.
Tiempo atrás, en un feudo del Antiguo Japón, existía una joven muy delicada y hermosa llamada Sakura, la cual era muy conocida en aquellos territorios por su belleza. A temprana edad consiguió numerosos pretendientes, todos ellos de buenas familias y distintas edades.
Sus padres finalmente, decidieron casarla con un hombre mucho mayor que ella, un guerrero muy acaudalado y diestro en batalla, que además de ser un orgulloso soldado, les daría una vida llena de comodidades.
Sakura no era feliz con este acuerdo, pero desde pequeña la habían enseñado a obedecer y fue por eso que no protestó contra el matrimonio.
El día del casamiento, sus doncellas la vistieron con un kimono de color blanco en señal de su pureza, arreglaron su pelo con flores y pintaron su rostro de tal manera, que Sakura parecía una princesa. El señor de la guerra se quedó encantado.
Finalmente la llevó a vivir a una casa en medio del campo, pues era muy celoso y no quería que ningún hombre le arrebatara el cariño de su esposa.
Un día, el guerrero tuvo que salir de nuevo a pelear y antes de irse, le advirtió a la joven que por ningún motivo podía salir de su hogar. Él se marchó y Sakura se quedó muy sola.
Día tras día observaba el mundo a través de su ventana, anhelando la compañía de alguien.
Cierta mañana se dio cuenta de que había un muchacho arreglando las flores de su jardín. Era un jardinero, al cual el señor de la guerra le había encargado mantener sus plantas.
Sakura se puso muy contenta y lo saludó, tras lo cual se pusieron ambos a conversar. Por fin tenía a alguien con quien hablar.
Pero con el paso de los días, esa bonita amistad que había surgido entre ellos se transformó en un apasionado amor. Aprovechando la ausencia del marido de Sakura, los jóvenes se dispusieron a estar juntos tanto como pudieran y cada día eran muy felices.
Sin embargo, una tarde el señor de la guerra se presentó en casa y al ver lo que estaba sucediendo entre su mujer y el jardinero, se puso furioso. Deshonrado, sacó su espada y los mató a ambos.
La sangre de Sakura y su amado se derramó sobre el suelo y fue a mezclarse en las profundidades de la tierra, de donde brotó un árbol hermosísimo. Su tronco era muy estilizado y de sus ramas brotaron cientos de flores rosadas, que inundaron con su exquisito aroma todo el jardín.
El señor de la guerra, conmovido ante tanta belleza, decidió conservar el árbol para que pudiera consolarlo de su traición. Sin saberlo, le había dado una segunda oportunidad a los sentimientos entre Sakura y su jardinero.
Hoy en día, se dice que cada vez que los árboles de cerezo japoneses florecen, Sakura y su verdadero amor vuelven a encontrarse en algún lugar del universo, ahora sin obstáculos que les impidan quererse.























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